26/2/12

Capítulo 3 Parte 1

Y así fue, código azul para el Clan. En poco tiempo las tenía en mi habitación esparcidas; Hanna y Anne encima de la cama, Vannesa en el sofá y Marie en la silla enfrente del ordenador. 
Les conté todo lo que había ocurrido esa mañana. Sus caras expresaban todo tipo de opiniones. Me senté en la cornisa de mi ventana necesitaba respirar aire fresco, me sentía presionada. 


- ¿Pero estás segura de que te gusta? No lo veo yo tan claro.- La mirada acusadora de Hanna lo decía todo.
- Sí... O eso creo.-
- ¡Ves! Otra vez con dudas,va a pasar como siempre Meg.-
- ¿Qué? Oye os he llamado para que me ayudéis si te vas a poner de esa manera prefiero que no digas nada, ¡Qué no opines!.- Lo reconozco, no tenía que haber gritado a Hanna, ella quería lo mejor para mí. Pero desde que corte con Troy no hacía más que echármelo en cara.
- Va, chicas calmaos. Hemos venido aquí para ayudarla.- Interrumpió Anne tranquilizando las cosas.
Sino fuera por Anne seguramente más de una vez Hanna y yo hubiéramos terminado tirándonos de los pelos. No nos odiamos ni mucho menos, el problema es que tenemos el llamado "amor de hermanas". Pasamos de querernos a odiarnos en milésimas de segundo.
- Bueno, la pregunta es si quieres quedar con él. Yo sinceramente creo que tendríais que hablar las cosas porque esto parece el juego de las indirectas.- dijo Marie mientras se levantaba y se recolocaba la falda. Todas envidiábamos el tipazo de Marie, pusiese lo que se pusiese siempre estaba monísima. Y sus gafas de pasta color ámbar hacían que se le iluminara más la cara.
- Siempre podéis acabar en el bar de copas que tanto te gusta Meg y de ahí a su casa hay poca distancia.- La voz picara de Vanessa llenó toda la habitación. Ella era la chispa del grupo, la salsa le corría por la venas. Padre estadounidense y madre sureña, una convinación perfecta reencarnada en cuerpo y alma.
- Vale, vale no me miréis así. Esto se está poniendo muy pasteloso. Mira cielo mi consejo es: Ponte eso vaqueros pitillo que tanto te gustan y que te quedan de vicio, la camiseta plateada con un hombro al aire y los taconazos que te regaló Marie. ¡Estarás estupenda! Como siempre, ya lo sabes.-
Involuntariamente me acerque corriendo a darle un abrazo. Esa manía que tenía siempre de sacarme una sonrisa me volvía loca. Pero no fui la única. Las cinco acabamos abrazadas. Pero Hanna rompió la magia como de costumbre.
- ¡No puedo respirar! Enserio me estáis ahogando ¡Sobre todo tú Marie! Estás más gorda ¡ehhhhhh!.-
- Oye guapa, mírate al espejo antes de decir nada.- Respondió al tiempo que la pellizcaba.
- Pues lo dicho, Meg a causar impresión y yo me tengo que ir pitando, tengo doma.- Marie amaba los caballos y entrenaba  cinco días a la semana y más ahora que tenía dentro de poco un campeonato.
- ¿Por qué tienes clase o por qué esta Bryan?.- Respondí con una mueca.
Los silbidos de piropeo y las risas se entremezclaron. No tardaron mucho en irse por lo que le respondí afirmativamente y concretando la hora al sms de Jason.


25/2/12

Capítulo 2

¿Código azul? Y os preguntareis que es eso, pues muy fácil. Todo empezó, cuando Anne se encontraba en un bar, mas bien de copas, al que solíamos acudir. El sitio se encontraba escondido en un callejón. Además, para acceder tenías que bajar unas escaleras mugrientas donde la luz brillaba por su ausencia y las cuales parecía que dirigían al corredor de la muerte. La sorpresa estaba asegurada, cuando abrías la puerta ese pensamiento de "donde narices me he metido" se convertía en polvo fugazmente. El bar llamado Clannes (de ahí que las cinco nos llamemos clan) estaba decorado en tonos vainilla y azul marino. Para mí, un paraíso. Música agradable combinada con buena bebida, dónde tus pensamientos se quedan flotando por el aire.
Allí estaba ella sola tomando una copa, concretamente un gin-tonic con hielo picado y una rodaja de limón decorando el vaso en forma de espiral. Esa era la forma de ahogar las penas de una chica de estatura media, ojos color esmeralda y con el pelo negro y corto que brillaba con los focos del local. Tenía la mirada perdida y la mente en blanco cuando de pronto una mano gélida se apoyó en su hombro. Se sobresaltó pero mayor fue el susto cuando descubrió quien era. El corazón se le paró, la persona de la que huía  estaba de pie a su lado con una sonrisa que le ocupaba casi toda la cara la cual le deslumbraba incluso más que el foco que tenía encima.
-¡Hola!- Tartamudeo Anne.
-Hola cielo, ¿Cómo es que estás aquí sola? ¿Y el clan?.-
-He venido sola, las demás eh... tenían cosas que hacer.- ¿Cosas que hacer? repitió la mente de Anne, por lo visto no tenía una excusa peor.
-Ah. Bueno no te preocupes me quedó contigo para hacerte compañía. ¿Sí?.-
¡No! respondió rapidamente Anne en su cabeza, pero al parecer su pensamiento no estaba conectado con su boca.
-¡Vale!- dijo fingiendo una sonrisa barata.
Ahí fue cuando en los móviles de cada una apareció un mensaje de ayuda. Acudimos corriendo las cuatro, estábamos preocupadas, no sabíamos que estaba pasando. Lo entendimos todo al instante. El chico que estaba sentado en frente, era su mejor amigo desde que eran pequeñitos. Anne llevaba dándole vueltas desde hace un par de semanas. ¿Se había enamorado de su mejor amigo?. Es normal que ocurra, el único inconveniente es cuando se confunde amistad con amor, puede acarrear resultados muy negativos y secuelas imborrables. La conversación estaba siendo algo tensa e incomoda por parte de Anne, así que en menos de lo esperado el clan se encontraba a unas manzanas del bar. No queríamos atosigarla a preguntas. Y allí bajo la capa oscura que nos envuelve nació nuestro sistema de códigos.

15/2/12

Capítulo 1 Parte 2

Cuando terminó la clase me dirigí corriendo hacia el pasillo, no quería encontrarme con Jason y mucho menos tener que darle explicaciones. Tenía que coger los libros de la taquilla para las últimas horas y pasar por la cafetería para que Rachel me preparará mi café matutino. Siempre llegaba a la misma conclusión, lo mío era adicción a la cafeína. He llegado a perder la cuenta de la cantidad considerable de litros ingeridos, pero aún así era una parte esencial de mi rutina.
Mi costumbre se vio interrumpida. Al cerrar la taquilla apareció escondido detrás de ella Jason. ¿Cómo alguien tan voluminoso se puede ocultar tras una puerta metálica medio oxidada? Claro misterio.
- Me has asustado.- Dije con voz serena.
- Y tú me dejaste plantado.- Respondió a la defensiva.
No quería continuar la conversación, ya sabía el desenlace; malas caras, palabras impropias y una situación más decadente de la que ya existía. Así que me giré bruscamente y desaparecí.
Al llegar a casa subí corriendo las escaleras y me tiré en la cama. Amaba estar ahí, en mi guarida, mi pequeño mundo donde nadie podía romper mi paz. En ese estado es donde nacían mis ideas y planes más ingeniosos, no por ello efectivos.


Dándole vueltas al asunto acontecido me quedé dormida, aunque mi calma duró poco. El tono del móvil sonó en forma de altavoz por las cuatro esquinas de mi habitación. Hizo que me sobresaltara y acabara dándole un abrazo no muy cariñoso a mi querido suelo. Me tranquilizó ver a Flash debajo de mi cama. Un pastor alemán, de pelaje brillante y sobre todo, un fiel amigo. Lo encontré hace un par de años solo en la calle con una patita rota. No me pude resistir a sus ojos de caramelo que decían una y otra vez: Adoptame. Desde entonces ha estado conmigo, de guardián debajo de mi cama, protegiéndome de cualquier peligro.
 Un nuevo mensaje me esperaba en el buzón de entrada. Me acerqué con desgana a la mesa para saber de quien era ya que no me esperaba mucho. Un simple mensaje de publicidad o un "Cariño, hoy llegare un poco tarde" de mi madre. 
Mis expectativas se rompieron en cero coma. La pantalla iluminó mi desaliñada cara y la sorpresa se propagó por mi cuerpo en forma de electricidad. El sms era de Jason y para colmo en la agenda lo seguía teniendo guardado con un corazón.
- Qué cursi puedo llegar a ser.- Dije en alto a modo de reflexión.
La curiosidad me estaba matándome. Necesitaba saber lo que ponía.

"Siento haber sido tan borde contigo antes, no debería haberte contestado así pero estaba molesto. Quiero arreglar las cosas contigo, ¿quedamos en Barney's bar a las 9?. Te echo de menos"

Esa última frase fue una cuchilla atravesándome. ¿Había sido injusta con él? Que pregunta tan ilógica. Por supuesto que lo había sido. 
La solución más rápida; ellas. Con un postdata de código azul.

14/2/12

Capítulo 1 Parte 1

El pitido empezaba a ser molesto así que no tuve otra opción que despertarme, levantarme y apagarlo. Estuve apunto de tirar el despertador por la ventana pero lo necesitaba para el resto del año escolar, desgraciadamente. Me sorprendí a mi misma cuando salí de casa y me di cuenta que después de mucho tiempo no llegaba tarde al instituto.
Se me olvidaba, todavía no me conocéis así que me presentaré: Mi nombre es Meg, dieciséis años detrás de mí, estatura normal, morena y a simple vista nada diferente al resto de las demás adolescentes. Respecto a mi nombre, me lo puso mi abuela Nana una de las personas más admirables que conozco. Se que no es un nombre usual pero a Nana le encantaba y aunque no estoy segura de su verdadera procedencia, Meg tiene origen griego y significa perla. Dudo en la casual coincidencia y relación con el color de mis ojos, sí son grises.
No os preocupéis porque poco a poco iréis conociéndome y puede que a mi también me ayude para saber quien soy. Prosigamos.
El aire suave y a la vez gélido rozó mis mejillas con el primer paso e hizo que estas, junto a mi nariz empezaran a enrojecerse. No caí en la cuenta del día que era hasta que no llegue a clase. Un día entero al año dedicado al amor, el Señor Cupido, hoy, quiere fiesta, dije para mis adentros. No es que odie el catorce de febrero sino que.. Vale, para que engañarnos, aborrezco el maldito día. Son 24h. dedicadas al amor, es decir, a las parejas. ¿Y que hacemos los que no tenemos con quién compartir el día? ¿Celebrar el feliz no-sanvalentín?. Me parece  egoísta en cierto modo, de todas formas prefiero no pensar en ello.
Me senté en mi mesa de forma automática esperando a que el día pasara lo más rápido posible, pero jamás olvidéis queridos, que por más que deseéis algunas cosas, no siempre van a apartarse de vuestro camino. Y así fue, la mañana no se quedo en un simple martes y odioso día de San Valentín. Después de tres incansables horas y un breve descanso, para no romper la rutina, tuve que subir corriendo escaleras arriba con Helena. Estaban ya todos sentados y mi profesora con su típica cara de pocos amigos nos lanzó su mirada llena de asco y orgullo que la caracteriza y solo significa una cosa: siéntate y ni si te ocurra hablar toda la hora. A pesar de todo su asignatura era de las pocas que en verdad me agradan y creo que se debe a mi pasión por los viajes, sobre todo cuando voy a visitar a Nana a Grecia. Siempre hay algo nuevo que descubrir en la historia, como aquel día que en mi vida, marcaría historia. Estábamos dando la II Guerra Mundial, de la cual sabía más de lo que pensaba ya que libros como El Diario de Ana Frank siempre me han acompañado. De repente me di cuenta que en medio de las barbaridades que hemos cometido  los seres humanos me había quedado mirando a Jason más del tiempo permitido. No, no estoy loca, existe un tiempo para quedarte embobado mirando a esa persona que te atrae tanto pero a la vez la odias porque te irrita. Es como la regla de los tres segundos cuando se te cae algo. Nuestras miradas se cruzaron y en ese momento solo pude agachar la cabeza, me quedé paralizada. El sentimiento de pesadumbre invadió mi cuerpo al ver su cara llena de decepción. No se como pude dejarlo plantado el sábado pero fui incapaz de aparecer y estar a solas con él, me sentía inútil por como me trataba. En cierta medida no es que me tratara mal pero hay acciones, situaciones y expresiones que te hacen sentir un simple objeto y no estaba dispuesta a pasarlo mal, otra vez.